-Andá a cagar -dijo Lucas y comenzó a acelerar el paso. "¡Ma, sí, que haga lo que quiera!" pensó Esteban mientras refunfuñaba y caminaba cada vez más lento. Lucas iba rápido y a veces miraba para atrás disimuladamente. Entonces a Esteban se le ocurrió hacerle una broma a su hermano.
Cuando Lucas llegó a la esquina, frenó y se dio vuelta para decirle a su hermano de ir al "Chipi", pero no lo vio. "Pero si recién estaba atrás mío". Empezó a darse vuelta y a buscarlo desesperado. "¿Y si le pasó algo? Creo que se metió en un callejón oscuro. ¿Y si lo quieren violar?" pensaba cada vez más preocupado. Estuvo así alrededor de cinco minutos hasta que Lucas decidió seguir caminando rumbo al centro para ver si lo encontraba ahí. Esteban se reía contento escondido detrás de un poste de luz.
Esteban esperó a que su hermano se alejara algunas cuadras y después se preparó para seguirlo pero cuando intentó caminar no pudo. No se movió ni un centímetro. Aunque hizo mucha fuerza, seguía en la misma posición y en el mismo lugar. Entonces buscó en los alrededores alguien que lo ayudara. Estaba oscuro pero pudo ver cómo una persona caminaba por la avenida que pasaba frente a él. Se dispuso a llamarlo, pero no tenía voz. Gritó una, dos, tres veces pero no se oyó nada. Esteban se estaba alejando del poste, no entendía como si él no podía moverse. Unas sombras raras lo habían agarrado de los pies, lo arrastraban y hundían en las tinieblas del fondo del callejón. Desesperado intentó escapar pero mientras más se movía, más abajo se iba. No entendía cómo podía ser que estuviera atravesando la vereda. Quiso agarrarse de algo, pero cuando se sostuvo de una canilla las sombras lo jalaron tan fuerte que la canilla se rompió y se lastimó las manos. Tomó aire y quiso gritar, pero sólo hubo silencio. Silencio y oscuridad. La sombra lo devoró por completo. No veía nada, estaba inmovilizado flotando en una completa negrura. De repente sintió algo que recorría su cuerpo. Algo estaba subiendo por su pecho. Cuando miró debajo de su remera, una mano negra subió hasta su garganta y lo empezó a estrangular. Tenía una gran fuerza. Apenas podía respirar. Una voz tenebrosa, como de ultra tumba pronunció:
-Vos querías jugar una broma, ¿no es así? No tenés que jugar con las sombras, porque las sombras pueden jugar con vos.
Esteban estaba tan asustado que se orinó encima. Pensó que iba a morir ahí. Que no vería a su familia, que no jugaría más al fútbol ni tomaría mates con sus amigos. Las lágrimas llovían de sus ojos. Pero unos segundos después no sintió la fuerza de la mano en la garganta. No sólo eso sino que estaba en el mismo callejón donde se había escondido. Empezó a moverse, y al darse cuenta que podía hacerlo salió corriendo hacia la esquina contento a encontrarse con su hermano, pero Lucas no estaba ahí. Esteban miraba para todos lados a ver si lo encontraba.
-¿Me buscabas?
Esteban suspiró aliviado y con una sonrisa se dio vuelta para contarle todo lo que le había pasado.
-Aaahhh- gritó Esteban.
Era la ropa de Lucas, pero no era él. Debajo de la vestimenta había sólo sangre que se revolvía dentro sin escaparse. Esteban salió corriendo pero cuando se dio cuenta que iba a pasar por el callejón cruzó de inmediato sin ver que un auto circulaba por la avenida. Sintió un golpe muy fuerte en la cadera, un crack y el pavimento contra su cuerpo. Cayó de costado y su cabeza dio un latigazo contra el suelo. Le costó mucho poder sentarse. Sentía sangre en su boca, le costaba respirar y le dolía todo el cuerpo. Tenía los ojos entreabiertos, sentía frío. Escuchó una risa macabra y antes de desmayarse vio cómo una gran sombra lo devoraba.
Toc, toc.
Esteban se frotó los ojos como si estuviera despertando de un sueño.
Toc, toc.
Estaba en un lugar oscuro. Cuando se refregó las manos por la cara se dio cuenta que estaban lastimadas.
-Ya sé que estas ahí. Salí de una vez -dijo Lucas y abrió la puerta del armario.
Esteban salió, vio a su hermano y no pudo evitar sonreír. Al momento de salir vio en el espejo del placard que tenía una marca negra alrededor del cuello.
Esteban se asustó y cayó sentado en el suelo.
- Tenés que tener cuidado, Esteban. No tenés que jugar con las sombras, porque las sombras pueden jugar con vos- dijo Lucas mientras se iba silbando.
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