Hace un par de años, mirando una película con mi novia ella me pregunto
entre llantos y pañuelos "¿Cómo puede ser que no llores si es re
triste?". A lo que yo le conteste un simple "No sé..." hice una
breve pausa donde trague saliva y agregue "igual vos sabes que yo soy
sensible o no?" indague con una mirada tímida y frágil como la que tiene
un niño cuando pregunta si es cierto que papa noel son los padres, rogando por
favor que eso no sea cierto porque si no su mundo se vendría abajo. Ella me
contesto: "vos sos re sensible pero yo no dije que no lo sos. No puedo
creer que no llores. Pareces un robot". Con la primera parte me conforme y
no me concentre mucho más en esa segunda parte de su respuesta, inclusive lo
sentencie todo con un pensamiento machista: "tampoco es tan triste, las
minas lloran en todas las películas".
Varios años posteriores a eso, escuchando a Hernan Casciari (un escritor)
relatar un cuento hablándole a su hija sobre la emoción al escuchar un
fragmento de una canción y no solo eso sino su posterior lagrimeo contando que
extraña a su hija, a la que en ese momento se encuentra en otro país; cometí el
error - o no - de buscar la canción para ver si esa emoción de la que él
hablaba en su cuento, realmente existía en esa frase. Además, le agregue el
plus de oír una de las voces más emotivas que existen, la de la negra Sosa.
Puse play y espere, espere la emoción, espere la angustia en mi pecho, espere
la humedad en mis ojos y el nudo en la garganta. y ahí me surgió una pregunta
cuando ninguna llego: "¿dónde está mi lagrima?" y esa pregunta dejo
paso a una más profunda, "acaso perdí mi posibilidad de llorar?, soy un
robot?" los pensamientos se agolparon en mi mente, "nunca más volveré
a llorar?", "Entonces, si no puedo llorar que soy? que es un humano
sin el llanto? como hago para descargar todo lo que me oprime el pecho si no
puedo derramar lágrimas? y si consigo la felicidad máxima, tampoco
llorare?" pero si me recuerdos no me fallan, más de una vez he tenido la
garganta cerrada por la tristeza y hasta he hecho fuerza para que mis lágrimas
no salieran de mis ojos, por alguna estúpida razón ahora creo. "eso me
quedara para siempre? la impotencia de sentirme muy triste pero sin poder
llorar¿?"
Tal vez, esa sea mi cruz. Cargar con la esperanza que algún hecho
trascendental en mi vida me genere aunque sea el escapar de una lagrima, aunque
solo sea una sola. Tal vez alguna muerte cercana o tal vez la llegada de un
hijo. Algún proyecto personal, algún gol en el potrero, algún reconocimiento público.
Quien sabe, tal vez me sea imposible llorar o tal vez no. pero ahora no sé cómo
seguir; debo preocuparme por esa situación o debo dejarla a un lado como una
simple banalidad de un día cotidiano?. Los griegos se la pasaban pensando sobre
muchas cosas, eso ayudo al mundo de alguna manera pero a mí, en este momento no
sé si me sirve. Soy de pensar que algunas cosas es mejor no pensarlas demasiado
pero también que es mejor no dejarlas en el olvido, aunque uno no necesariamente
debe pensarlas todo el tiempo. Deben estar al alcance de la mano, lo
suficientemente lejos para que no nos agobien y lo suficientemente cerca para
que de ser necesario, de un rápido manotazo la tengamos a nuestra merced.
Con suerte en poco tiempo quizás, manotee este
desparramo de palabras, lo recuerde con una sonrisa escondida entre lágrimas y
por fin lo pueda patear al cajón de las cosas archivadas. Aunque pensándolo
bien, al llegar ese momento, no sería ese mi último llanto?.
jueves, 28 de abril de 2016
Viento Nocturno
Era de noche. Pasada la medianoche de una navidad muy calurosa. Preso del insomnio me puse a leer unos libros de terror. Entre párrafo y párrafo se escuchaban varias cosas. El conjunto de grillos en el patio, el colchón quejándose de mis movimientos, el ronquido del tío y el viento.! A medida que la historia se volvió más oscura menos ruidos había. Aunque siempre uno perduraba. El viento. Afuera se escuchaba ese susurro nocturno. Y no solo eso. Sino el pasto y esa sensación de que ahí afuera, a escasos 10 cm de la ventana algo camina entre el pasto con paso firme y lento.
En ese momento pensé que era el momento perfecto para acompañar el relato. Pero después de un rato ya no estaba tan seguro de la compañía sonora. El sueño empezó a ganarme y ya estaba empezando a cabecear. Decidí dejar la lectura y servirme un vaso con agua. En el camino a la cocina, el pasillo se sentía más largo de lo normal y mi tío había vuelto a roncar. Mientras me servía el agua, sentí una brisa helada por la espalda y por el temblor termine tirando agua al piso. En ese momento casi pierdo el equilibrio pero dando un paso hacia atrás evite caerme. Durante unos segundos solo se oía el sonido del agua cayendo al piso y el viento. El viento que sonaba a lo lejos pero como si intentara entrar a la casa por la
fuerza.
Después de limpiar el desastre que hice volví hacia mi cama pensando que hacia demasiado calor y que no iba a poder dormir con la ventana cerrada. Entonces una suave brisa como si de un silbido se tratase me rozo la mejilla y ya no pude ver más nada. Solo veía oscuridad y escuchaba el viento que soplaba cada vez más fuerte. Para ese entonces ya no podía mantenerme en pie y me fui al suelo. No entendía nada, no sabía que me estaba pasando y el viento ya parecía un rugido. Intente levantarme pero no podía. Ahora no solo no podía ver sino que tampoco podía caminar. En ese momento el viento me empezó a arrastrar hacia mi habitación de una manera salvaje y me golpeaba contra las paredes. Quise gritar y note que no tenía voz. Intente con más fuerza pero fue en vano y sentí los músculos de mi garganta lastimarse. Mis manos sangraban al intentar aferrarse a algo. Entonces hubo silencio. No se escuchaba nada. O eso pensé hasta que empecé a escuchar el viento a mí alrededor. Estire mi mano ensangrentada y note que estaba sentado con mi espalda en el árbol del patio. Abrí los ojos sin esperanza, con la certeza de que no podría ver nada. Sin embargo, pude ver a la perfección el patio. El sauce llorón, el pasto y vi la ventana de mi pieza. Estaba intacta.
En ese momento me surgió un escalofrío por la espalda. Mire hacia arriba y las ramas del sauce empezaron a moverse de un costado a otro. Cuando note que las ramas se movían hacia mí como intentando abrazarme, quise incorporarme pero me era imposible. Empecé a forcejear con las ramas pero no había forma de zafarse. El viento paso cerca de mis oídos produciendo un sonido, como si me susurrara algo. Entonces, el pasto empezó a moverse como si alguien lo pisara y el viento comenzó a sonar cada vez más terrorífico, se me helo la sangre y en ese momento el viento...
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